miércoles, 30 de marzo de 2011

...letra a letra

Estoy en fase de letras. Sigo escribiendo para el concurso de la TMB. Cada día escogen un finalista, y el día que publiqué yo, no me escogieron a mí... A ver si mañana tengo más suerte con otro que he enviado.


Buscadlo aquí: http://relatscurts.tmb.cat/ca/relat/lliure/1453

Las ansias de compartirlo me han superado. No es nada del otro mundo, siempre mezclando recuerdos, pero igualmente...¡¡¡ espero que os guste!!!

Se titula "Una visión pequeñaja". 


Aunque ellos ya tenían el despertador interiorizado, que les hacía levantarse cada día a las 7am, incluso en vacaciones, para los pequeñajos aún les era un esfuerzo enorme despegarse de las sábanas.
- Venga, despertad que nos vamos al zoo.
En oír esas palabras, se les escapó la pereza y se levantaron de golpe. Empezaron a imaginar todo tipo de animales que querían ver. Eso y a rugir como locos.
Salieron del hotel y cruzaron la inmensa calle para entrar en la boca del metro de M.Cristina. Cada uno con una de las criaturas de la mano. El fuerte viento que salía de ahí hizo levantar la faldilla de la pequeña, con lo que cambió sus rugidos por un chillido de susto. Su hermano girándose para mirarla, tropezó con su propio pie y pisó a un señor que quería, a toda prisa, salir al exterior. Había gente por todos lados.
- No os separéis y no os soltéis de la mano, hay que ponerse a la derecha - indicó la mamá.
- Vale - pensó la chiquilla, esquivando a todos los que no la veían - mm... por el lado de la mano con la que escribo.
Pasaron por los controles. Entraron los cuatro bien apretados, pasando el ticket un par de veces. Y unos pasos más tarde, se pusieron detrás de una pequeña cola de gente. ¡Qué cara de asombro pusieron los dos cuando llegaron al final! Una sonrisa de lado a lado. Sabían que ahí lo iban a encontrar, pero no sabían cuándo. Donde vivían, no había escaleras automáticas.
- ¡Yo sola, yo sola!... Una, dos y ¡tres! - y de un saltito se subieron a la escalera.
- ¿Podemos volver a subir? - se hubiesen quedado toda la tarde ahí, subiendo las que bajan, bajando las que subían.
- Luego encontraremos más. Va, que el metro se escapa.
A toda prisa, saltaron hacia dentro, justo antes de que sonara el pitido que anuncia el cierre de puertas. La hija estaba alucinando, no sabía ni cómo habían logrado llegar. No podía dejar de mirar a toda esa cantidad de gente, apretada, pero incluso así, junto con su hermano, intentaban fijarse en todos los detalles.
-¿Qué es eso?
- Eso es por si las puertas no funcionan, poderlas abrir.
- ¿Y eso?
- Eso nos señala las paradas que hace el metro. Mira, nosotros estamos aquí, así que tenemos que ir hasta esta que pone "Passeig de Gràcia"
- ¿Y eso, para qué sirve?
- Es un cartel que dice cuántas personas caben.
- ¿Y cuántas pone? ¡Aquí al menos hay mil!
Después de una infinidad de preguntas, de unos cuantos vaivenes y de agarrarse fuerte a las sujeciones, el padre anunció que se tenían que bajar.
-¡Bien, ya hemos llegado!
Le explicaron que no era así, que aún quedaba un rato. Comenzaron a caminar por un túnel que le pareció inacabable con mucha más gente, y todas las personas iban de prisa. Al final del pasillo había varios más. La niña pensó que cómo sabrían ahora por dónde ir y que todo aquello era muy difícil.
- Por aquí - anunció el padre. Y sin dificultad llegaron al andén.
- ¡Qué listo que es papá! Me creía que nos íbamos a perder... - le dijo emocionada a su hermano, fuera del metro.
- Sí, era todo como un laberinto - le contestó sorprendido.
Se pusieron en la cola de la entrada del zoo y los dos se miraron con asombro.
- Papá, ¿aquí también hay escaleras mecánicas?




martes, 22 de marzo de 2011

...TMB

Hoy he participado en un concurso de relatos. He esperado 365 días para poderlo enviar, ya que el año pasado se me pasó el plazo. 
Si queréis leerlo (porfi), sólo tenéis que seguir leyendo y disfrutar!


Espero vuestros comentarios!


Ocho paradas

Mientras esperaba sola, mientras el viento, producido por el tercer metro que dejaba pasar, me hacía bailar los mechones fugitivos de mi simple peinado, recordé lo necesario que había sido para mí recorrer cada mañana la misma línea y el dolor que ahora me suponía.
Por qué los recuerdos me avasallaban otra vez… no lo sé. Creía que mi corazón estaba cicatrizando. Quizás anhelaba estar enamorada o simplemente porque el cielo estaba triste y yo no podía permitir que mi gran aliado en esas noches de soledad  ahora llorase solo, porque cuando más lo hube necesitado, estuvo a mi lado.
Escribiré, pensé. Escribiré mientras vuelvo a recorrer esas ocho paradas, después de un verano intentando olvidar. Escribiré lo sucedido, probablemente mi tristeza sea menos tristeza si la comparto.
Cada día intentaba retrasar el momento de apagar la alarma de mi despertador, pero en mi interior había algo que me lo impedía, ¡debía llegar a tiempo! Me levantaba. Me metía en la ducha y, en diez minutos, lista. Calentaba algo de leche, un desayuno rápido. Me secaba el pelo y salía por la puerta. Hora: 8.31am. A veces, con las prisas, se me olvidaba algo importante y tenía que volver a entrar. Cuando sucedía eso, salía un poco más rápido de lo normal, para poder recuperar esos minutos perdidos. Ticaba en el metro e iba hacia mi línea. Si llegaba a la vez que el metro, era buena señal. Me subía y, siempre en el último vagón, esperaba nerviosa. Solo dos paradas y siempre entraba él.
Dos trimestres de miradas cruzadas, sin palabras, sin saber a dónde iba después de bajar en la misma parada y acompañarme, por simple casualidad, a mi trabajo. Él se alejaba y yo no tenía manera de saber hacia dónde.  Después de Semana Santa, en el intercambiador de La Pau, me encontré a un amigo mío y resultó que se conocían también. Por fin, surgieron las primeras palabras. A partir de entonces no solo nos vimos por las mañanas.
Dos meses geniales: risas, preguntas, charlas hasta las tres de la mañana, vueltas en su coche, fiestas con sus amigos, con los míos, propuestas de viajar juntos… Todo era perfecto. Pensaba que un nuevo marinerito se estaba haciendo un hueco en mi pequeño buque que tantos golpes había sufrido anteriormente. Pensaba que él iba a saber navegarlo.
Aún puedo sentir el estruendo cuando chocamos. Y aún no sé contra qué, no había nada en el horizonte, solo un mar en calma. Supongo que no resultó ser tan buen marinero.
Un lunes, después de una semana sin habernos podido ver, cuando él subió en el Clot, mi sonrisa y mis ganas de verlo desaparecieron tras sus palabras. Me dijo que ya no sentía nada por mí. Ocho paradas escuchando pensamientos inconexos que surgían de su boca, intentando aguantar las lágrimas que se asomaban por mis ojos, sin poder salir de ahí porque no podía llegar tarde al trabajo. Mi barco se hundía, no estaba resistiendo el último golpe, pero por suerte estaba bien equipado y encontré la solución para no ahogarme.
Y ahí estaba yo, habiendo dejado pasar tres metros antes de decidirme a coger las suficientes fuerzas para sobrellevar el volver a recordar, pensando que así no coincidiría con él. Pero solo dos paradas y mi mano dejó de escribir. Solo dos paradas, y él volvió a entrar. 

...brains

Hace un par de entradas os comenté que tenía un proyecto que iba a dar muuuucho mieeeedoooo, pues aquí está!!!

Este es mi pequeño zombie-campesino. El pobre no se esperaba que le atacaran mientras dormía junto las vacas. Por suerte, el peto de trabajo no se le manchó.

Va por ti, por tanto que me lo pediste y no me diste tiempo...



domingo, 20 de marzo de 2011

... y eso!

Estoy yendo a clases de joyería (este sábado fue la tercera) y la verdad es que me están gustando. 


De momento estamos aprendiendo a trabajar la técnica de la cera: se hace el molde de la pieza que quieres con una cera especial y luego (si quieres) te pasan la pieza a plata o cobre. Yo aún no me he hecho pasar ninguna de las que he hecho (xq aún no he hecho ninguna maravilla, jeje) pero lo haré :D


Ayer nos enseñaron a utilizar yeso como primer molde de la pieza. Los pasos son "sencillos": 
1. Haces el dibujo en el yeso (tienes que tener en cuenta que el dibujo es el negativo de lo que te quedará)
2. "Imprimes" el dibujo en cera.
3. Se lo das al profe para que en la fábrica te lo pasen a plata, jeje.


Os enseño aquí el dibujo que hice ayer, aún no está acabado del todo, pero para mostraros la idea. Y cómo no... hice una mariposa! En un par de semanas tendré la pieza, o al menos la pieza en cera! (ya os la enseñaré)