Al final lo acabé, deprisa y corriendo. Pero eso ahora ya no importa. Después de acabarlo aproveché para "hacerme" unas fotos con una de mis perdiciones cada vez que voy a casa: abrazar a mi perrita.
Ahora ya no podré hacerlo más. Hace un par de semanas se nos fue. Estaba mayor y ya no nos reconocía todo el tiempo, pero los abrazos y los pequeños momentos de juego le hacían ser la de siempre.
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